La Iglesia Católica también reaccionó ante las consecuencias sociales que provocó la Revolución Industrial a través de la llamada doctrina social de la Iglesia. Su primer gran documento fue la Encíclica FERUM Novarum del Papa León XIII, donde afirmaba que todo ser humano tiene derecho a una existencia digna y que el único medio que tiene para subsistir es su trabajo, por lo cual debería ser recompensado mediante un justo salario.
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